domingo, 26 de diciembre de 2010

Crónicas de toma

  Finalizando la década del 90, precisamente para el año 1999, se produce una de las tantas ejecuciones de la política neo-liberalista impulsada por los grandes capitales y llevada a cabo en toda Latinoamérica por los gobiernos de turno, frente a la educación artística. Desarmando las más prestigiosas escuelas de arte de nuestro país, siendo comprimidas y vaciadas de contenido en un Instituto Universitario Nacional de Arte; produciendo un desmembramiento en las bases ideológicas del oficio y la técnica con la intención de crear un nuevo lenguaje visual, sepultando una vez más los conocimientos que trascendieron en la historia y fueron promulgadas por grandes artistas hoy perseguidos y alejados de las instituciones universitarias.

  Septiembre del 2010, brota en la yugular de la capital federal de la Ciudad de Buenos Aires el Estudiantazo
, con alrededor de 24 escuelas secundarias y 10 facultades universitarias tomadas. El 12 de septiembre a las 17hs se promulga una asamblea en el Departamento de Artes Visuales del IUNA, con sede en los suburbios artísticos de La Boca. Tras largas horas de debate el grito ahogado de los estudiantes condenados a padecer y cargar la mochila de la muerte del arte, se pone un punto a parte en diez años de gestión burocrática y vaciamiento de conocimiento y alumnado. La resolución final dio por positiva la toma de la institución hasta que la situación imperante insostenible no dé un cambio.

  Tras varios intentos de la gestión de turno de golpear la toma congregada en Asamblea Estudiantil, la positividad de la medida se consolida y continúa hasta el día de la fecha rondando ya por los 4 meses de toma. Sin respuestas claras hacia los reclamos formulados en un petitorio, los directivos y el Ministerio de Educación hacen oídos sordos negándose a firmarlo.

  El descontento estudiantil crece, y se consolida en comisiones, organizándose en cooperativa artística, poniendo en funcionamiento los talleres y materiales ocultos al dicte cotidiano de las clases. Se arma un movimiento. Una vanguardia, olvidada y desterrada. El delta, se anticipa a los hechos, se gesta y se fraternaliza. Comienza el cambio, en la pincelada.

  La toma no involucra un interés político ni de poder, al contrario; se revela contra él. Se revela contra los cánones sociales impuestos, contra la muerte del arte arraigada a la ruptura de la estética de la década del 60’. Vivimos en una sociedad carente de cultura, de filosofía, que no sabe a dónde va ni de dónde viene. Cuándo mataron al último filosofo, cuándo mataron al ultimo litógrafo, el desfasaje de la realidad y del conocimiento asusta.

Dentro de la intención de establecer un nuevo lenguaje visual, llevado a cabo por los “artistas”/“directivos” (que es de resaltar que, de la mayoría, no se conoce su obra, y si la tiene es de hace 30 años, y a dudas de su autoría), no tiene base con calidad que la sustente. Las materias fueron reformadas para su mejor aplicación, y sólo se obtuvo menor calidad y de bajo conocimiento, casi siempre difuso. Una carrera eterna, con futuro borroso, una persona entra para prepararse como productor plástico y/o artístico visual, y se lleva un certificado no aprobado por el Ministerio de Educación de licenciado en artes visuales. ¿Nos licencian para qué? ¿Para ejercer derecho de inspiración? Como rezaba Picasso, “que la inspiración nos pille trabajando”, algo que raras veces sucede dentro de la cotidianeidad del estudio en la universidad, por no estar a disposición ni los materiales ni el tiempo ni el espacio físico para desenvolverse artísticamente.

  La lucha no es contra el Gobierno Nacional, ni por un dinamismo partidista de ubicarse dentro de la burocracia estamental. Por el contrario, es contra la burocracia burguesa elitista que no nos permite desarrollarnos como artistas, que nos somete a ser esclavos del sistema carente de cultura y con una definición del trabajo que a nuestro entender es errónea. El trabajo es el trabajo propio humano, que surge para sostener las sociedades, las culturas, el trabajo como medio de vida satisfactorio, donde el verbo pasa a ser herramienta de la producción artística de toda índole. El cambio crece, se caldea y fagocita en la paralela del circuito artístico. Nos situamos en la vereda de enfrente, teniendo bien en claro que el arte está con el pueblo o está con el opresor. Los tiempos nuevos se acercan, duros y costosos sin duda lo serán, pero nos encontrará prevenidos, organizados, con el pincel, la gubia o el cincel en la mano, y el arte atravesado en la garganta.

Comisión de Prensa y Difusión
Departamento de Artes Visuales
Instituto Universitario Nacional de Arte

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